Cerca de Villa General Belgrano, una pareja de artesanos de Buenos Aires encontró lo que necesitaba para cambiar de vida. En medio de un monte nativo, una construcción ecológica desocupada se convirtió en su hogar y proyecto.
Fuente: LA NACION – Revista Living
Despertar con el perfume del romerillo, el canto de los zorzales y una pava que se calienta con el fuego de unos palitos. El sueño de una vida agreste que trajo Lola Maison y Jo Antivero de su Ph en Haedo al valle de Calamuchita está cumplido.

“La casa estaba inmersa en el monte, en un camino rural, abandonada y sin servicios —cuenta Jo—Se nos ocurrió desarrollar un proyecto a mediano plazo en este lugar agreste, aportarle mejoras a cambio de poder habitarla. Hablamos con la dueña, le contamos la idea y aceptó muy entusiasmada”.
La casa en cuestión era una construcción de adobe y quincha sin terminar, que se había empezado veinte años antes pero había quedado deshabitada.
Como se llovía por todos lados, lo primero que encararon fue la refacción de los techos vivos y una serie de trabajos manuales que podían hacer ellos mismos. “Pusimos cinco columnas porque la cantidad de agua que había filtrado hizo que peligrara la estructura. Después colocamos pisos, reforzamos cabios, revocamos, machimbramos, restauramos las aberturas y fabricamos las escaleras”, enumeran los dueños de casa.
A la hora de diseñar los interiores, la clave fueron los materiales nobles: tablas rústicas y géneros naturales entretejen los distintos espacios entre sí, y también con el entorno.

“Cuando le contábamos a nuestros amigos qué estilo queríamos darle a la casa nos decían: Les va a costar mucho”, se acuerda la pareja. Sin embargo algo en la oscuridad que generaba el hecho de que la planta baja esté metida en la montaña (literalmente) o de la materialidad de esas “piedras testigo” que se veían los llevó a hacerla así.»
Además de los ambientes domésticos, ambos montaron talleres para poder trabajar en su proyecto sin tener que salir de su refugio en las sierras: Jo hace carpintería, y Lola trabaja con textiles y flores secas. Aunque en época de cosecha -confiesa-, semillas, pétalos y frutos desbordan su estudio para copar toda la casa.
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