El Chagas es una enfermedad originaria y muy extendida en América; el ámbito rural de gran parte de nuestro país es el principal afectado por este mal endémico. Se conoce que la forma general de transmisión del parásito que lo provoca ocurre por la picadura de vinchucas (Triatoma infestans) infectadas. En general, debido a una definición imprecisa de los factores de riesgos edilicios desde distintos ámbitos científicos se ha asociado a la vivienda rural construida con materiales naturales, y en particular el uso de la tierra, como propicia para que este insecto se aloje y con ello poniendo en riesgo directo a las personas que la habitan. Esa valoración negativa y generalizada es la razón por la que diversas políticas oficiales dispuestas a resolver el tema se elaboraron bajo el prejuicio de que la vivienda rancho y la construcción con tierra estaban vinculadas de manera directa con su proliferación. Es así que las acciones más radicales se llevaron a cabo demoliendo las viviendas rurales vernáculas, prohibiendo el uso generalizado de estas tecnologías y estigmatizando diversos aspectos culturales de las poblaciones rurales.
Sin embargo los factores de riesgo que favorecen la propagación de la enfermedad no se vinculan con las culturas constructivas de las comunidades rurales; responden en realidad a otros factores relacionados a cuestiones entomológicas, sociales y edilicias. Pero específicamente refiriéndose a los aspectos edilicios, es la precariedad de las construcciones –con cualquier material y sistema constructivo que sea–, y en contextos de gran pobreza, la causa de que la vinchuca encuentre propicio alojarse al interior de las viviendas rurales. Otros factores como el desorden, el ingreso de animales domésticos y de granja a las viviendas, la carencia de iluminación adecuada o la falta de mantenimiento constituyen causas concurrentes también importantes para la sostenida continuidad de esta endemia.
Generar una correcta definición de estos factores de riesgo es un punto crucial en el abordaje preventivo de la enfermedad en tanto incide directamente en la definición de las acciones y criterios que implementan los organismos o entidades ejecutoras de programas sanitarios.
Centrándose en las cuestiones edilicias, su redefinición debería conducir a señalar que las paredes sin revoques o con presencia de fisuras, los techos sin cielorrasos o con materiales vegetales expuestos, la vinculación entre elementos constructivos mal resueltos, la escasa iluminación y ventilación natural de las habitaciones, la proximidad de otras viviendas infestadas y la presencia de corrales a menos de 20 m de las viviendas son concretamente los factores de riesgo reales. Este listado fue elaborado a partir de un estudio específico*, nótese que en la enumeración no se habla de un material constructivo concreto, sino de otras características. Por lo tanto, es importante destacar que centrar la discusión del factor de riesgo edilicio en la naturaleza del material y no en la calidad constructiva constituye una sutil diferencia que puede acarrear un sesgo muy importante sobre ciertas decisiones o argumentaciones como, por ejemplo, la elección de técnicas de construcción entre opciones disponibles o conducir indebidamente a la estigmatización del conocimiento cultural de una comunidad.
* Guillermo Rolón, Pablo Rubén Dorado, Gabriela Varela Freire y Joaquín Olivarez (2016). Los factores de riesgo del Mal de Chagas y su relación con la construcción con tierra. En: Memorias del 16º SIACOT – Asunción, Paraguay.